domingo, 31 de octubre de 2010

CRAZY HEART


Bad Blake, el protagonista de Crazy Heart, canta: "I used to be somebody, now I am somebody else". También reza: "One day at a time". Y son dos afirmaciones que a menudo también me digo a mí misma.

En un día que ando algo "floja", Crazy Heart ha conseguido que se me escaparan algunas lágrimas. Y lo he agradecido: yo solía ser llorona, pero de un tiempo a esta parte me sucede lo contrario, a veces deseo tanto poder llorar porque me siento triste, y en cambio no puedo.

sábado, 30 de octubre de 2010

DERECHO A LA NEURONA MÁS PROFUNDA DE LA EMOCIÓN


Este fin de semana el festival de cortos Subtravelling ha dejado paso a los documentales musicales del In-Edit. Y luego dicen que en Barcelona no se cuecen cosas... ¡Si yo no doy abasto!

Hoy, gracias al In-Edit y a Senderos del alma he recuperado un poco del flamenco que había dejado olvidado últimamente. ¡Qué rabia no tener siete vidas o el talento suficiente para tantas cosas! Como dedicarse al flamenco. "El flamenco es ritmo", han dicho en el documental, y César y Tani, un amigo guitarrista de flamenco maravilloso y mi profesora de baile, decían que yo tenía ritmo. Pero no es suficiente. O la dedicación no era suficiente. Envidio a los flamencos, como César, como Camarón, por lo que contaban en el documental (le pedía a Ricardo Pachón que le pusiera grabaciones y se quedaba allí sentado horas escuchando), que viven por y para la música. Recuerdo de César las madrugadas poniendo CDs y CDs, horas sin dormir... Me despertaba y me decía: "Escucha, Irene, escucha esto... ¡es increíble!", y tiraba la canción para atrás para que yo escuchara un fraseo, algo que yo apenas percibía pero que a él le hacía vibrar. Recuerdo también poder pasarme tardes enteras oyéndole ensayar; cuánto me gustaba eso. El día que nos conocimos, César me dijo: "Escucha a Paco de Lucía. No hay nada más hermoso que eso". Y hay cosas más hermosas, como él para mí era más hermoso que una canción de Paco de Lucía, pero es verdad que se pueden contar con los dedos de una mano.

Añoro todo lo que aprendí gracias a César. Añoro sus lecciones de flamenco, aunque él no supiera que me las estaba dando. Esta semana que la música ha estado tan presente en mi vida, añoro más música en ella, añoro mi etapa en el Harlem, los conciertos, los músicos. Tener un novio músico. Añoro sentir lo que he sentido hoy con Senderos del alma, sentir lo que me provoca el flamenco, la emoción que me provoca, también, alguien como Makoto Mitani (para mí, descubrirle ha sido lo mejor del documental); y es que, como decía uno de los participantes del film: "El flamenco va derecho a la neurona más profunda de la emoción".

Os dejo con los dos grandes, no sin antes recomendaros ver Los Tarantos, el Romeo y Julieta gitano en el que el espectador puede disfrutar, además del flamenco de Antonio Gades (impagable su baile en Las Ramblas) y Carmen Amaya, del desaparecido Somorrostro barcelonés.

DESPEDIDA


Era mayo del 96. Una mujer teñida de rubio se sentó en un banco, en frente de la catedral. Llevaba gafas oscuras y un pañuelo de flores en la mano. A los diez minutos apareció un señor un poco mayor que ella y se sentó a su lado. Se dieron un beso frío. La mujer no se quitó las gafas. El hombre no decía nada. La mujer le hablaba bajito y acariciaba nerviosamente las puntas del pañuelo que aún tenía entre las manos. El hombre se pasaba la mano por el pelo y suspiraba. La mujer estalló en un llanto amargo y algo deshecho. El hombre hizo ademán de calmarla, pero ella lo rechazó bruscamente apartando los hombros y subiéndolos hacia arriba. El hombre volvió a mesarse el pelo. Volvió a suspirar. La mujer se secó las lágrimas con la mano temblorosa y luego se sonó la nariz. Guardó el pañuelo en el bolso.

El hombre se levantó y miró hacia el cielo. La mujer suspiró. La mujer suspiró mientras el hombre se marchaba, alejándose de ella, para no volver jamás. Y la mujer se echó a llorar otra vez, temblando, sorbiéndose los mocos, porque temblaba tanto que no se acordó que tenía un pañuelo de flores en el bolso.

GUILLE MILKYWAY


Sí, lo reconozco, tengo un crush adolescente, un enamoramiento en toda regla... ¡Cómo me gusta Guille Milkyway! Supongo que es culpa de su trabajo, porque todas las canciones de La Casa Azul me hacen bailar y consiguen, como se dice en inglés to raise my spirits.

Lo dicho, adoro a este hombre.

Soy incapaz de escoger una canción porque querría ponerlas todas, así que os dejo con un vídeo que servirá de buena introducción para quienes no conozcan a este grupo.

viernes, 29 de octubre de 2010

ANAGRAMA


Aunque un anagrama sea una transposición de letras de la que resulta otra palabra, en España y entre los letraheridos, Anagrama es una de las editoriales emblemáticas del país. Capitaneada por Jorge Herralde, casi el único verdadero Editor que nos queda (mind me Vallcorba), esta editorial de la que me proclamo seguidora (¿a quién en el mundo editorial no le gustaría trabajar allí?) cumple 40 años.

Para celebrarlo, una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid que recorre su trayectoria a través de fotos, documentos y libros. La pena es que, siendo esta editorial barcelonesa, no se pueda gozar de este recorrido en la ciudad condal.

martes, 26 de octubre de 2010

MEET MRS SHARON JONES




Durante la universidad, tuve la suerte de trabajar los fines de semana en el Harlem Jazz Club, local emblemático de la música en directo de Barcelona. Gracias a ello, conocí al dedillo el circuito musical barcelonés, sus locales y a muchos de los músicos que lo integraban. Mi local favorito era La Boîte. Quizá fuera el nombre, que me retrotraía a la Gauche Divine de los 60, como si yo pudiera participar también de algo tan especial; el caso es que guardo muy buen recuerdo de mis momentos ahí, recuerdos de conciertos mágicos en los que coqueteabas cual groupie con los músicos y te reías con tus amigas en los lavabos, donde te asegurabas de estar guapa para volver a salir al ruedo y bailar y hacer tonterías con ellas.
Como los conciertos me salían gratis porque siempre había algún músico al que conocía del Harlem que dejaba mi nombre en la puerta, esos años me empapé de música, que es algo sin lo que no puedo vivir. Y tuve la suerte de que, en 2001, algunos de esos músicos con los que coincidía en el trabajo tuvieran que tocar con una aquí desconocida Sharon Jones. Recuerdo el impacto que me causó la fuerza y el arte de esta mujer. La misma fuerza y arte que hoy, nueve años después, y acompañada Jones por su banda habitual, he reconocido en el escenario del Apolo.
Al menos una vez en la vida, todos deberíamos asistir a un concierto de esta clase. Un concierto que sólo te pueden ofrecer gente como ella, como Solomon Burke (a quien Jones ha homenajeado cantando Everybody Needs Somebody To Love), que también estuvo en el Apolo el verano pasado y que murió hace apenas quince días. En estos conciertos, en los que me descubro sonriendo todo el rato y bailando sin poder quitar ojo a los monstruos que llenan el escenario, es cuando me doy cuenta de la suerte que tenemos de contar con la música.

Impagables han sido, hoy, el viaje en el tiempo hacia 1965 a través de los diferentes bailes de la época (Jones cantaba: "Next stop on this train... The Mashed Potato", y entonces hacía los pasos de baile) y la explicación del porqué ella baila como baila ("It's in my genes, it's in my bones, it's in my ancestors", decía, y contaba y enseñaba cómo bailaban sus antepasados africanos, sus antepasados indios norteamericanos, y cómo todo ello había configurado su baile: "First, the feet. Then, the knees. The arms. The neck. The head"). Impagable.

Os dejo con Sharon Jones y Better Things to Do.

viernes, 22 de octubre de 2010

MARINÉ, ORESTE GATTI Y BASS



A Óscar Mariné le han dado el Premio Nacional de Diseño de este año. Mariné es el autor del póster de Todo sobre mi madre, pero en realidad el diseñador "oficial" de Almodóvar es Juan Oreste Gatti, que ha hecho el resto (Todo sobre mi madre no, probablemente porque tuvo algún desencuentro con Almodóvar, que es dado a castigar a sus colaboradores cuando se siente algo contrariado, parece).

Oreste Gatti y Almodóvar (y fruto de una de sus colaboraciones, el cartel de la película Átame, que cuenta una gran historia de amor) me hacen pensar en Alfred Hitchcock y Saul Bass (genial creador de otras obras como West Side Story, Quemar después de leer o El hombre del brazo de oro), que mantenían una relación similar. Y me hacen pensar, también, en esos tándems profesionales tan productivos que nos deleitan después a nosotros (¡oh, pobres mortales!) con sus excelentes trabajos.

YOU


You es una canción de Nikka Costa que, no sé porqué, al llegar a casa esta noche después del teatro he empezado a tatarear... Y de repente, he pensado en toda la gente que quiero. Quizá porque he recibido otro email de Elizabeth y me ha hecho feliz pensar que tengo la suerte de contar con ella. You es una canción que me pone de buen talante (y no, no tiene nada que ver con Zapatero), porque además de la melodía pegadiza me recuerda que hay gente que, con sólo estar en tu vida, te hace feliz.

martes, 19 de octubre de 2010

IMPULSO

Escribió: "Los impulsos cuando estallan son como una reacción en cadena incontenible". Me gustó leerlo.

(Y también busqué el significado de "impulso" en la RAE. En este caso, la acepción adecuada era: 4. m. Deseo o motivo afectivo que induce a hacer algo de manera súbita, sin reflexionar.)

MUERTE EN VENECIA


La playa.

GUSTAV: Tadzio, querido, voy a explicarte lo que somos. Tú sigue ahí, lejos, chapoteando en el agua con tus amigos, sin adivinar lo que se cierne sobre ti. Eres enfermizo, probablemente no vayas a llegar a viejo, y menos con Venecia apestada. Aunque seas joven y bello y digno de ser amado yo soy tu otro yo, el viejo, feo, sabio. Un hombre con la cabeza en desproporción con su cuerpo, el pelo gris y la boca lánguida. Así me ves y no me reconoces en tu pelo largo, en tu juventud traducida en tu rostro pálido, la nariz rectilínea, la boca adorable. Sócrates instruía a Fedro. Algún día te encontrarás ante el espejo con el rostro cansado y te reconocerás en mí, pensarás en la gente que te miraba por la calle. Tienes Belleza, que es una virtud que expira. Pero no olvides lo que te digo. Deja que yo te instruya. Deja que yo te instruya porque tú me estás instruyendo en tus juegos con tus amigos, me estás instruyendo sobre la Belleza y la Belleza, amigo mío, tal y como la contaba Sócrates, es visible y es también el camino del hombre sensible hacia el espíritu. Instrúyeme, pues, para que recorra cada una de las baldosas que confieren ese camino. ¿Comprendes mi admiración? Tú no te das cuenta de tu grandeza, de la belleza que derrochas en cada sonrisa, en aquella sonrisa elocuente que me ofreciste cuando nos cruzamos, familiar, franca y seductora. Era la sonrisa de Narciso inclinado sobre el espejo del agua, esa sonrisa larga, profunda y hechizada que acompañaba el gesto de tender los brazos hacia el reflejo de su propia belleza. ¡Ah, pobre de mí!, que no puedo describirla, pues la palabra sólo puede celebrar la Belleza, no reproducirla. Los poetas no podemos ser dignos. ¿Comprendes ahora mi pesar?

TADEUSZ: No. Te veré marchar sin que yo pueda hacer nada, dentro del agua, lejos, queriendo sonreírte como lo hice aquella vez que nos cruzamos, viéndote marchar sin poder auxiliarte, sin poder gritar siquiera. Viéndote marchar mientras te sonrío por última vez y me pregunto quién eres. Por qué veo tanto pesar en ti. (Pausa.) Comprendo el pesar que veo en los ojos de Jaschu cuando me marcho, el pesar de las bocas de los otros chicos cuando le beso. Pero no comprendo tu pesar. Te veo aquí, sentado cerca de mí, y a veces me aproximo no sé por qué, por curiosidad.

GUSTAV: Te veo aquí cerca, Tadzio, cogido de la mano de Jaschu, dejando que se oville a tu lado, que se acuclille a tu lado; todos los chicos desearían acuclillarse a tu lado, yo desearía ovillarme en tus bellas rodillas. Venecia está apestada y sufro por ti. Pero ¡vive! Y deja que yo te viva. Quédate de pie en el borde del agua con las manos cruzadas detrás de la nuca, columpiándote lentamente sobre los dedos del pie y soñando ante las olas. Quédate de pie en el borde del agua pero no te sumerjas en ella, Tadzio, el más precioso y preciado amor. ¡Imagen y espejo! Sólo tu belleza importa, tu belleza adorada, marmórea, amarillenta. Mi Tadzio, no llegarás a viejo, ¿verdad? La cólera hindú se cierne sobre nosotros. Debiéramos marcharnos, debiera dirigirme a ella y decirle que se apresure a sacarte de aquí. Venecia está apestada. Así podría, en señal de despedida, posar la manos sobre tu cabeza, unos instantes, sonreírte. Debiera contarle a la dama del collar de perlas que Venecia está apestada y que debéis marcharos. Y dejar de verte. Dejar tu presencia marchar. Tu Belleza. Antes de que las góndolas de la muerte te lleven y un día, enfermizo como eres, admirándote en la playa, te vea caer a la orilla del mar, desfallecido. Te vea caer desde el agua, sin que pueda hacer nada; te vea derrumbarte en la tumbona justo en el mismo momento en que, dentro del agua, del mar, gire el torso y mire hacia la orilla para mirarte, para ver si sigues mirándome, si estás ahí cuidando de mí.

TADEUSZ: A veces me acerco no sé por qué, por curiosidad.

jueves, 14 de octubre de 2010

Y TIRO PORQUE ME TOCA



Ya se sabe que una cosa lleva a la otra y hablar de Larry Clark en la entrada anterior me ha llevado a citar a Nan Goldin; y no quería dejar pasar la ocasión para mostrar algo de su obra.

LARRY CLARK


Hoy he leído en el periódico que el Museo de Arte Moderno de París expone la retrospectiva Kiss the Past Hello, de la que el fotógrafo y realizador Larry Clark es el centro. Según el comisario de la muestra, "Clark es el fotógrafo por excelencia de la contracultura americana y el espejo en el que se miran los jóvenes a la deriva", concepto que más tarde desarrollarían Ryan McGinley, Nan Goldin y Ed Templeton, según dicen (aunque a mí los adolescentes casi niños aún de Clark se entroncan con la serie de niños armados con pistolas de William Klein).
La exposición ha generado cierta polémica (Clark siempre ha sido algo polémico) al no permitir la entrada a menores de 18 años.

De nuevo, Chloe Sevigny (junto a una jovencísima y entonces desconocida Rosario Dawson) gracias a Kids.

MI IPHONE Y YO





Lo reconozco: mi iPhone se ha vuelto imprescindible. Me resisto (tanto como lo deseo) al Mac, y el iPad no me dice absolutamente nada (si bien mi iPod me resulta indispensable en mis sesiones en la sala de cardio en el gim), pero mi iPhone ¡me encanta! Y me encanta echar fotos como estas por la calle con él.

1. Cabina telefónica delante del Teatre del Raval
2. Empresa en la calle Ferlandina
3. Edificios junto al Institut del Teatre
4. Yo saliendo del trabajo cerca de Maria Cristina

VUELVE LA ESTÉTICA RETRO



Estos días he vuelto atrás porque tengo una nueva serie entre manos y el ilustrador, alguien bastante reconocido que me pareció encantador cuando lo conocí, dijo que le gustaría darle un aire algo no tanto psicodélico como Pop, "un poco como la estética MTV", matizó. (Traía un libro de Taschen con Barbarella enmarcada en un arcoiris, y habló, cómo no, de Murakami.)

Así que me he dedicado a curiosear por algunas webs como:

www.papelesdelos70.com
swankmoderndesign.com/vintagepop.htm
grainedit.com/tag/1960s/
www.designandfun.com/textiles.htm
www.classic-modern.co.uk/textiles.htm

Si alguien tiene más referencias... ¡que no dude en recomendármelas!

miércoles, 13 de octubre de 2010

MANUEL ALEXANDRE


Ha muerto Manuel Alexandre, uno de los grandes secundarios del cine español. Para mí, sin embargo, siempre será el tierno anciano cascarrabias de Elsa y Fred, una maravilla de película sobre las ganas de vivir y el amor en la vejez. (Le da mil vueltas a la alemana En el séptimo cielo, que en alemán es "Wolke Neun" -el noveno cielo, como en inglés, "Cloud Nine", que es también una bonita canción de George Harrison-. Ya tiene guasa que para alcanzar el cielo en Alemania o en los países anglosajones debas subir dos pisos más...)

Por ti, Manuel.

lunes, 11 de octubre de 2010

RITA PAVONE




Rita Pavone es una de mis cantantes italianas favoritas. Si fuera cantante, ¡me gustaría parecerme a ella! (Cómo interpreta, su fuerza, ¡todo!) Además, su delgadez y pelo corto la equiparan en estilo a Twiggy y a Edie Sedgwick, por no decir a la incomparable Audrey Hepburn.

domingo, 10 de octubre de 2010

viernes, 8 de octubre de 2010

EL MARAVILLOSO PISO DE PATSY


Esta misma semana hablé de cómo me gustaría decorar mi casa. Después de una hamburguesa en Laburg, Patsy me ha enseñado su nuevo piso y he decidido que ¡quiero que ella sea mi decoradora de interiores!

POEMA PARA LA LÁMPARA DE MANU

El viento ha cesado en el parque
y yo,
que me siento atada a este camino
como un poste eléctrico,
intento recuperar a la niña
que reía jugando al que te pillo que te mato
y creía alcanzar el cielo
montada en un columpio.

jueves, 7 de octubre de 2010

MY PLACE





El día que tenga un piso que sienta como mi casa, les pediré a ellos que me decoren alguna de las paredes... www.estudioelfrio.com

miércoles, 6 de octubre de 2010

LECCIONES DE VIDA

Bolas locas es un maravillosos libro juvenil sobre tres niños que coinciden en un hogar de acogida e intentan lidiar con su situación como pueden. Escrito por Betsy Byars, fue publicado por la Editorial Noguer en 1985. Este 2011 saldrá una nueva edición con cambio de cubierta, formato y encuadernación, y espero que no sólo los adolescentes disfruten de la novela, sino también los adultos como yo que, revisándola, me he emocionado. Ahí van algunos fragmentos:

"La chica se llamaba Carlie. Era tan dura como un coco. Cuando alguien le preguntaba cómo estaba, ella respondía: '¿Qué quieres?' o bien 'Lárgate'."

"Por algún motivo desconocido, los insultos no la afectaban. La gente podía insultarla sin cesar, que ella les devolvía el insulto al instante. Pero si alguien le decía algo educado o bonito se sentía fatal."

"—No, escúchame tú. Harvey y yo, y Thomas J., somos como las bolas de las máquinas del millón de los bares. Alguien echó una moneda y apretó un botón y aparecimos todos, preparados o no, da igual, y acabamos en el mismo agujero. Eso es todo. Pero tú no habrás visto que las bolas se ayuden unas a otras, ¿verdad? No pueden. No son más que cosas. Chocan contra un bumper y rebotan hacia el otro lado. Golpean esa luz y salen despedidas para allá. Y en cuanto se quedan quietas, llega alguien y echa otra moneda y otra vez empieza el baile.Yo no puedo ayudar a Harvey, ni puedo ayudarme a mí misma. Échale una buena ojeada a una máquina. Puede ser que aprendas algo sobre la vida."

"—Voy a hacer una lista sobre mí —dijo Carlie—. Se llamará 'Grandes acontecimientos y cómo fui estafada en todos ellos'.
La chica se recostó en el sofá y comenzó a contar con los dedos."
"— ¿Harvey?
—¿Que?
—¿Alguna vez has pensado en salir corriendo de aquí?
Él miró sus piernas rotas. —Pocas veces —dijo."

"El chico no levantó la vista. Se lo estaba pasando bomba. Los libros no le traían malos recuerdos. No era como con 'Las promesas que mi madre no cumplió'. Esa lista casi le hizo llorar. Casi, pero no del todo. Llorar no era tan fácil como creía la gente."

" —¿Cuál es la lista de hoy? —preguntó Carlie, sentada en los escalones de la entrada trasera.
—Es una lista de disgustos.
—No, otra más no. Todas tus listas son de lo mismo.
—Esta no la había hecho nunca. Se titula 'Regalos que me hicieron y que yo no quería' —dijo Harvey—. Me entiendes, esas veces en que esperas una cosa y te traen otra.
—Esa es la historia de mi vida —dijo la chica—. "

"—Imagínate —dijo por fin la muchacha —que somos dos niños que todavía no hemos nacido. Ahí estamos, esperando para nacer. Y viene uno con una libreta y una pluma y te pregunta: «¿Cómo quieres que sea tu padre?».
»Pediríamos un montón de cosas, ¿eh? Yo diría quiero un padre que sea guapo —al fin y al cabo, la mitad de tu aspecto depende de cómo sea tu padre—, que sea rico y que me quiera. Y muchas cosas más —se apoyó en el respaldo de la silla—. Así no tendría que decir: «quiero un padre que se quede en casa»."

"Thomas J. hizo una pausa para pensar.
—Yo creo que si las madres desean que uno les diga que las quiere deberían empezar a enseñarte desde muy pequeño."

"—¿No sería bonito —dijo por fin la chica— que pudiéramos llegar con una goma a nuestro cerebro?
—¿Qué? —dijo el chico, intrigado—. ¿Con una goma?
—Quiero decir que hay cosas que no me gusta recordar; si uno pudiera borrar esas cosas sería mucho más feliz. ¿No te gustaría tener una cabeza como un huevo, sin un solo punto negro?
—Yo casi no tengo cosas que recordar."

"—Harvey —dijo por fin.
—¿Qué?
—Vuelve a ponerte las gafas en la cara y el pelo en su sitio.
Con una ligera sonrisa, el chico así lo hizo.
—Y otra vez, Harvey.
—¿Qué?
—Prométeme que nunca intentarás parecerte a nadie más que a ti mismo.
Harvey sonrió.
—Prometido."

"—Nunca pensé que podría decir algo así, señora Mason, pero póngame a hacer alguna cosa.
—¿Quieres trabajar, Carlie?
—Tengo que desahogar mi rabia en algo."

" El chico seguía mirando su cama.
—Creo que no puedo —musitó.
—¿El qué? Ah, ¿te quieres acostar? Espera, te ayudo.
Se acercó a él.
—No, creo que no puedo resistir más tiempo esta vida.
Carlie sintió un sobresalto al comprender que Harvey no hablaba de meterse en la cama.
—Tienes que poder.
—Yo no lo creo.
—Porque, escucha, tú eres uno de nosotros. Tú, Thomas J., y yo somos un equipo. Y yo te he cogido cariño. Y cuando le cojo cariño a alguien no quiero que le pase nada. Yo no dejo a las personas que quiero."
"
—Unas Navidades decidí tener un hámster. En realidad seguía queriendo un perro, pero ya me había convencido de que era imposible. Y, además, mi madre también me había prometido un hámster. Cuando era pequeña llegó a tener veintisiete. Pensaba venderlos para ganar dinero, pero luego no pudo separarse de ellos.
—¿Ves? Eso demuestra cómo es la gente: no pueden dejar a un miserable hámster, pero tiran a sus hijos por ahí como si fueran colillas —dijo Carlie."

martes, 5 de octubre de 2010

¡COMIDA!


Entre los numerosos títulos que aparecen en los catálogos de editoriales y agencias que recibo en el trabajo, hoy han despertado mi curiosidad dos libros de cocina: En primer lugar, MAD HUNGRY, por su cubierta. (El contenido, a partir del subtítulo "Feeding Men & Boys", suena algo machista.) Después, EAT TWEET, porque es un libro de recetas aptas para Twitter, es decir, con 140 caracteres o menos. Y yo, que no soy nada cocinitas, me he dicho: pues tienen que ser recetas requetefacilísimas, ¿no? :)

I'M AN ISLAND

"I'm an island.
I'm a long way swimming;
but maybe,
if you can be alone with me,
you'll never want to leave again."

Theo Nyland

lunes, 4 de octubre de 2010

METRALLA DE VIETNAM

Dos hombres en escena: el GENERAL GLOSTER, sucio, desmejorado y abatido; y el SOLDADO PYLE, de piernas deshilachadas, corte de pelo militar y amplia sonrisa rota.

GLOSTER- Veo el oro de los arrozales, las frágiles pértigas de los balancines de los pescadores y

PYLE- las tazas de té rotas y los residuos de una vida entera reunidos como una resaca junto a una silla y

GLOSTER- los sombreros como moluscos de las muchachas

PYLE- y las piedras negras y el zumbido de los aviones. (Zumbido de aviones.) Nosotros, los supervivientes, podemos apenas mantenernos en pie.

GLOSTER- Piensa en tu hijo.

PYLE- Hace un calor extremo. Los dientes te duelen. Hay compañeros muertos, sus cuerpos intactos, por el camino que seguimos. Hay huellas de pies, de botas. Nos dicen cómo algunos se retiraron de los pueblos a la vera de los caminos, y de los caminos a los barrancos, lanzando sus armas. (Pausa.) Debo evitar pensar.

GLOSTER- ¡No somos niñas!

PYLE- A la luz de una linterna me siento por las noches buscando piojos. Un compañero también intenta sacarse los suyos. Nos ayudamos mutuamente y nos reímos, nos divierte sacarnos los piojos, comportarnos como monos. Los compañeros se ríen y nuestra risa suena hueca ante tanta oscuridad. (Pausa.) Seguimos la marcha, avanzando. El cadáver de un compañero aparece flotando en el río y

GLOSTER- En las circunstancias del combate no siempre es posible determinar con seguridad lo que ocurre con un soldado en particular o con grupos de hombres. (Pausa.) Especialmente de noche.

PYLE- desaparece río abajo llevado por la corriente, que arroja hojas sobre su cuerpo. Nos quedamos en la orilla, sin atrevernos a cruzar el río, temerosos que la corriente baje de repente otro cuerpo y sintamos sus brazos chocar contra nosotros. Sus muslos. Nos quedamos en la orilla, temerosos que la corriente le tumbe boca arriba y nos muestre sus ojos abiertos.

GLOSTER- ¡No somos unas niñas!

PYLE- Retrocedemos. (Pausa.) No es nuestro primer cadáver, pero sí la primera vez que no comprendemos qué hacemos ahí.

GLOSTER- Nunca me he rendido.

PYLE- Miles de bengalas de todos los colores surcan el aire. Todo el horizonte está iluminado como si fuera de día. Por el cielo vuelan enormes bandadas de pájaros atemorizados por el zumbido y el tronar de las explosiones. (Silencio.) Y de pronto, uno cae en la cuenta de que estamos en primavera. A través de los escombros llega el perfume de los árboles sin dueño.

GLOSTER- No rendirse nunca es lo importante.

PYLE- ¿Qué hacemos aquí? (Oscuro.) Intactos, por el camino que seguimos. Hay huellas de pies. (Silencio.) No comprendemos que hacemos ahí.

GLOSTER- Lo importante es no rendirse nunca.

(Silencio.)

domingo, 3 de octubre de 2010

ALMAS

1. La de mi padre

Le agarró del cuello como si fuera un tocino. Mi padre agarró del cuello a mi hermano y lo zarandeó con fuerza, le puso un cuchillo en la boca y dijo: «¡Dime que vas a matarme, anda, dímelo!». Miré a mi padre a la cara mientras mi madre intentaba calmarle: «Venga, déjalo. ¿No ves que son niños?». Miré a mi padre a la cara mientras él respondía: «Y una mierda»; y pensé: «Va a matarnos».

2. La de mi hermano

«Lo raro es vivir», pienso, y lo supe desde que me hice mayor. Porque lo bueno y lo malo es que no se es siempre pequeña. Yo parecía mayor a mis once o doce años. Tenía unas piernas muy largas, me las miraba desde arriba y nunca se acababan. Mi hermano se cogía a ellas algunas noches y yo le susurraba: «¿No puedes dormir?», porque él gemía y se aferraba a ellas. «¿Quieres que te acaricie la espalda?» Y entonces se quedaba mudito como una mariposa helada, perdido en lo lejos de lo lejos, y cuando yo notaba que se dormía me cosía a la pared para que él, medio dormido ya, se acomodase; y me levantaban los gritos de papá y la boca de mi hermano gimoteando en mi barriga, y sus brazos, y mi espalda rota... Oíamos la voz de papá cada vez más alterada. «Se están peleando», decía mi hermano. Yo respondía quedamente: «Sólo discuten un poco, no es nada». Pero me quedaba callada en la cama y junto a sus brazos y su boca, mi espalda vidriosa. Volvía la cabeza con gesto preocupado como suelo hacerlo ahora cada vez que mi hermano deja el tenedor en la mesa y repite: «Estoy en un callejón lleno de moscas, si sólo pudiera abrirme los ojos con una navaja para verlo todo de otra forma...». Y yo trato de reírme llamándole bobo y le miro a los ojos y encuentro sus uñas asidas a sus dientes porque sabe que ya no es un niño ni puede dormir en mis piernas; entonces advierto que cualquier día de éstos va a llegarme su ausencia y se me caerá el mundo roto entre mis dedos frágiles de marioneta herida.

3. La de mi madre

Recuerdo de mi madre los ojos, alguna de sus canciones y el único día que me cogió en brazos, corriendo calle abajo, entre la multitud, huyendo de la policía. Giraba la cabeza con miedo para cerciorarse de que los agentes estaban lo suficientemente lejos como para escapar de sus porras y luego seguía corriendo como si le fuera la vida en ello, sintiendo debilitarse sus brazos por mi peso. Yo me agarraba fuerte a ella y mi madre repetía: «Eso es, cariño, cógete fuerte»; y yo volvía a aferrarme al cuello blanco de mi madre. Y cuando sus piernas no resistían, se cobijaba en cualquier portal y me susurraba que me tapara la pegatina que llevaba en el jersey, a la altura del corazón, con el anorak. Yo, que solía ser curiosa, le preguntaba que por qué, y mi madre me apretaba más contra sí y me decía: «Cállate». Pasaba la policía corriendo, agitando sus porras, por delante de nosotras, y casi no nos veían, parecíamos una madre asustada con su niña en brazos a quienes había sorprendido la manifestación en medio de la calle, al volver a casa. Y al pasar los agentes, mamá escondía mi cabeza en su pecho y yo me reía y le susurraba: «Nos estamos escondiendo de ellos, ¿verdad?».

4. La mía

Soñaba ser trapecista. Me imaginaba con un corsé azul lleno de estrellas plateadas saludando al público con los brazos alzados y extendidos, sonriendo, mi pie derecho delante del izquierdo, en punta. Un foco iluminaba mi cara risueña, maquillada, la sombra de los ojos llena de purpurina para que, al volar sobre el trapecio, los puntos dorados encendieran la carpa, para que una lluvia de diminutas pepitas de oro cayera desde mis ojos a la arena de la pista. Me convertía en una paloma libre y osada que probaba piruetas arriesgadas y complejas: mis fuertes brazos agarrados al trapecio, mis piernas delgadas abriéndose como girasoles aferrados a los días de verano. Y los niños abrían mucho los ojos y se tapaban la boca con ambas manos suspirando: esa marioneta que aleteaba encima de sus cabezas, deslizándose sobre el trapecio, columpiándose sobre el viento, tendría sólo unos once o doce años.