Este fin de semana el festival de cortos Subtravelling ha dejado paso a los documentales musicales del In-Edit. Y luego dicen que en Barcelona no se cuecen cosas... ¡Si yo no doy abasto!
Hoy, gracias al In-Edit y a Senderos del alma he recuperado un poco del flamenco que había dejado olvidado últimamente. ¡Qué rabia no tener siete vidas o el talento suficiente para tantas cosas! Como dedicarse al flamenco. "El flamenco es ritmo", han dicho en el documental, y César y Tani, un amigo guitarrista de flamenco maravilloso y mi profesora de baile, decían que yo tenía ritmo. Pero no es suficiente. O la dedicación no era suficiente. Envidio a los flamencos, como César, como Camarón, por lo que contaban en el documental (le pedía a Ricardo Pachón que le pusiera grabaciones y se quedaba allí sentado horas escuchando), que viven por y para la música. Recuerdo de César las madrugadas poniendo CDs y CDs, horas sin dormir... Me despertaba y me decía: "Escucha, Irene, escucha esto... ¡es increíble!", y tiraba la canción para atrás para que yo escuchara un fraseo, algo que yo apenas percibía pero que a él le hacía vibrar. Recuerdo también poder pasarme tardes enteras oyéndole ensayar; cuánto me gustaba eso. El día que nos conocimos, César me dijo: "Escucha a Paco de Lucía. No hay nada más hermoso que eso". Y hay cosas más hermosas, como él para mí era más hermoso que una canción de Paco de Lucía, pero es verdad que se pueden contar con los dedos de una mano.
Añoro todo lo que aprendí gracias a César. Añoro sus lecciones de flamenco, aunque él no supiera que me las estaba dando. Esta semana que la música ha estado tan presente en mi vida, añoro más música en ella, añoro mi etapa en el Harlem, los conciertos, los músicos. Tener un novio músico. Añoro sentir lo que he sentido hoy con Senderos del alma, sentir lo que me provoca el flamenco, la emoción que me provoca, también, alguien como Makoto Mitani (para mí, descubrirle ha sido lo mejor del documental); y es que, como decía uno de los participantes del film: "El flamenco va derecho a la neurona más profunda de la emoción".
Os dejo con los dos grandes, no sin antes recomendaros ver Los Tarantos, el Romeo y Julieta gitano en el que el espectador puede disfrutar, además del flamenco de Antonio Gades (impagable su baile en Las Ramblas) y Carmen Amaya, del desaparecido Somorrostro barcelonés.
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