La playa.
GUSTAV: Tadzio, querido, voy a explicarte lo que somos. Tú sigue ahí, lejos, chapoteando en el agua con tus amigos, sin adivinar lo que se cierne sobre ti. Eres enfermizo, probablemente no vayas a llegar a viejo, y menos con Venecia apestada. Aunque seas joven y bello y digno de ser amado yo soy tu otro yo, el viejo, feo, sabio. Un hombre con la cabeza en desproporción con su cuerpo, el pelo gris y la boca lánguida. Así me ves y no me reconoces en tu pelo largo, en tu juventud traducida en tu rostro pálido, la nariz rectilínea, la boca adorable. Sócrates instruía a Fedro. Algún día te encontrarás ante el espejo con el rostro cansado y te reconocerás en mí, pensarás en la gente que te miraba por la calle. Tienes Belleza, que es una virtud que expira. Pero no olvides lo que te digo. Deja que yo te instruya. Deja que yo te instruya porque tú me estás instruyendo en tus juegos con tus amigos, me estás instruyendo sobre la Belleza y la Belleza, amigo mío, tal y como la contaba Sócrates, es visible y es también el camino del hombre sensible hacia el espíritu. Instrúyeme, pues, para que recorra cada una de las baldosas que confieren ese camino. ¿Comprendes mi admiración? Tú no te das cuenta de tu grandeza, de la belleza que derrochas en cada sonrisa, en aquella sonrisa elocuente que me ofreciste cuando nos cruzamos, familiar, franca y seductora. Era la sonrisa de Narciso inclinado sobre el espejo del agua, esa sonrisa larga, profunda y hechizada que acompañaba el gesto de tender los brazos hacia el reflejo de su propia belleza. ¡Ah, pobre de mí!, que no puedo describirla, pues la palabra sólo puede celebrar la Belleza, no reproducirla. Los poetas no podemos ser dignos. ¿Comprendes ahora mi pesar?
TADEUSZ: No. Te veré marchar sin que yo pueda hacer nada, dentro del agua, lejos, queriendo sonreírte como lo hice aquella vez que nos cruzamos, viéndote marchar sin poder auxiliarte, sin poder gritar siquiera. Viéndote marchar mientras te sonrío por última vez y me pregunto quién eres. Por qué veo tanto pesar en ti. (Pausa.) Comprendo el pesar que veo en los ojos de Jaschu cuando me marcho, el pesar de las bocas de los otros chicos cuando le beso. Pero no comprendo tu pesar. Te veo aquí, sentado cerca de mí, y a veces me aproximo no sé por qué, por curiosidad.
GUSTAV: Te veo aquí cerca, Tadzio, cogido de la mano de Jaschu, dejando que se oville a tu lado, que se acuclille a tu lado; todos los chicos desearían acuclillarse a tu lado, yo desearía ovillarme en tus bellas rodillas. Venecia está apestada y sufro por ti. Pero ¡vive! Y deja que yo te viva. Quédate de pie en el borde del agua con las manos cruzadas detrás de la nuca, columpiándote lentamente sobre los dedos del pie y soñando ante las olas. Quédate de pie en el borde del agua pero no te sumerjas en ella, Tadzio, el más precioso y preciado amor. ¡Imagen y espejo! Sólo tu belleza importa, tu belleza adorada, marmórea, amarillenta. Mi Tadzio, no llegarás a viejo, ¿verdad? La cólera hindú se cierne sobre nosotros. Debiéramos marcharnos, debiera dirigirme a ella y decirle que se apresure a sacarte de aquí. Venecia está apestada. Así podría, en señal de despedida, posar la manos sobre tu cabeza, unos instantes, sonreírte. Debiera contarle a la dama del collar de perlas que Venecia está apestada y que debéis marcharos. Y dejar de verte. Dejar tu presencia marchar. Tu Belleza. Antes de que las góndolas de la muerte te lleven y un día, enfermizo como eres, admirándote en la playa, te vea caer a la orilla del mar, desfallecido. Te vea caer desde el agua, sin que pueda hacer nada; te vea derrumbarte en la tumbona justo en el mismo momento en que, dentro del agua, del mar, gire el torso y mire hacia la orilla para mirarte, para ver si sigues mirándome, si estás ahí cuidando de mí.
TADEUSZ: A veces me acerco no sé por qué, por curiosidad.
En solo una palabra: profundo...
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado mi visión particular de esta obra. Fue un ejercicio de clase de dramaturgia y, la verdad, ¡me gusta el resultado! Claro que con el material de base... ¡era fácil!
ResponderEliminarUn abrazo.