sábado, 14 de agosto de 2010

NO DISPAREN AL PIANISTA


El pianista del concierto de ayer era rematadamente guapo, y probablemente gay :(

Sus arreglos sobre las canciones de Cole Porter, más las letras y melodías de éste y la voz de la cantante en el Jamboree hicieron que más de una vez se me pusiera la piel de gallina desde la cabeza a los pies y volviera a decirme que debo volver a cantar, porque la música es maravillosa. Y si es de Cole Porter, la propuesta es inmejorable. (Convinimos con mi amiga Marta que absolutamente TODAS sus canciones son buenas.)

Ese pianista, que no se asemejaba al adorable feo que es Charles Aznavour, un cantante al que sigo también como actor (su personaje en Ararat me conmovió, decía: "Lo que te preguntas es: ¿por qué te odian tanto?", en relación al enfrentamiento entre pueblos, en este caso el turco y el armenio, pero podría hablar de tantos otros, de los israelíes y los palestinos, por ejemplo).

Al volver a casa, y aunque fueran las dos, me puse a ver una película: Blow Up, de Antonioni, bajo producción de Carlo Ponti, el que fuera marido de la Loren. Una película algo extraña, inquietante, con algunas escenas surrealistas de arte y ensayo (los mimos en el parque). Curiosa. Pero, a esas horas, me mantuvo muy despierta y expectante.

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