viernes, 22 de abril de 2011

LOS NIÑOS PERDIDOS


"El que ha tenido frío de pequeño siempre tendrá frío."
Juan José Millás

Estas dos últimas semanas me han llegado historias de niños a quienes la vida golpea; niños desorientados, niños que no comprenden... niños perdidos.

, de Charles Benoit, es una de ellas. Como dice su autor, el protagonista de la novela, Kyle Chase, no es ni bueno ni malo, es sólo un chico desmotivado que es incapaz de decidir su futuro; es sólo un chico que se equivoca en su camino.

Kyle se emparenta con otros dos chicos protagonistas de novelas publicadas también recientemente: Pierre Antón en Nada, de Janne Teller ("Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo.") y Óscar en Cartas a Dios, de Eric Emmanuel-Schmitt ("Mis padres me tienen miedo. No se atreven a hablarme. Y cuanto menos se atreven ellos, más tengo yo la impresión de ser un monstruo."), pero también de Christian en la película En un mundo mejor, de Susanne Bier ("Odio a los que se rinden."). La película deja muchas preguntas abiertas (cómo actuar ante ciertos actos violentos, cómo enfrentarse a la vida) y, de algún modo, quizá por eso, angustia e inquieta al espectador. La de Christian es la historia, en definitiva, de todos estos niños de quienes la vida abusa (Montxo Armendáriz estrenará en breve No tengas miedo, otra película en relación a las heridas de la infancia a la que deberemos seguirle el hilo).

Como dice una de las adolescentes en el vídeo de , resumiendo probablemente el sentir de todos los personajes citados: "Le pediría a la vida que no tuvieras que darte tantos trompazos por cosas que tú no haces, si no por lo que te viene de atrás".

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