sábado, 24 de diciembre de 2011

LOS HOMBRES PERFECTOS 2






ESTA PRECIOSA CIUDAD BLANCA

Esta preciosa ciudad blanca
al otro lado del país
no me resultará
adecuada nunca más.
He visto el movimiento del cielo,
dije: "Esto es el fin"
porque estaba cansado
de todos esos presagios;
y en cualquier momento
en que me necesites
llama,
estaré en el otro
extremo
esperando,
en la pared final.

Jack Kerouac

LOS HOMBRES PERFECTOS



Llegué a Kerouac a los 16 años de la mano de un cantante de rock de éxito por el que suspiraba. En una de las múltiples entrevistas que le hicieron habló de En el camino. Lo leí; me gustó; escribí una carta a mi cantante. Le conocí.

Pocos años después, en un tiempo en el que ya había descubierto que ese cantante de rock no era perfecto y él ya había desaparecido de mi presente, leí Los subterráneos mientras otro músico, esta vez un batería, se asentaba en mi corazón. Me enamoré de Mardou, uno de los personajes principales, la chica que tiene una relación con el protagonista, vamos, con Jack. Y me dedicaba a escribir relatos con chicas llamadas Mardou esperando, quizá, convertirme en ella.

Mi segundo músico también era un hombre imperfecto. Pero ahí seguía Kerouac con sus novelas y poemas, con esa vida tan intensa. Ahí sigue Kerouac, en la distancia y desconocido, uno de los hombres perfectos que siempre me acompañarán.

sábado, 17 de diciembre de 2011

ME ENAMORO DE ARTISTAS

Vuelvo de las compras de Navidad, sin haber comido siquiera, cuando paso por delante de los Renoir Floridablanca. Hay gente en la entrada. Miro a qué hora echan The Artist. Confirmo la hora en el móvil: faltan diez minutos para que empiece la película. Saco una entrada y me siento como cuando iba a la universidad y algunos lunes me escapaba a la primera sesión de los Verdi.

Empieza el film. Es cine mudo. En los primeros minutos, pienso que no voy a poder aguantar hora y media sin palabras; pienso que ya no estamos acostumbrados, que no tenemos la capacidad. Y, sin embargo, a los pocos minutos más, la película me tiene sobrecogida; la música, cautivada; y el rostro de sus dos actores protagonistas, fascinada.

He caído rendida a los pies de George Valentin. Su sonrisa (que baila también en sus ojos) me ha enamorado.


La película, que cuenta una inolvidable historia de amor, es imprescindible para cualquier cinéfilo. Michel Hazanavicius rinde homenaje al séptimo arte, a sus actores y a su historia. Hace guiños a películas como El crepúsculo de los dioses y Cantando bajo la lluvia (y no sólo porque traten el mismo tema: el paso del cine mudo al sonoro; ahí van, por ejemplo, los homenajes al personaje de Eric von Stroheim en la primera de la mano de James Cromwell, en el papel de chófer en The Artist; o Missi Pyle como una perfecta sucedánea de Jean Hagen en la segunda).
Es una película estupenda pero, sobre todo, muy emotiva: consigue que el espectador actual sienta lo que el de antaño y se emocione con la gestualidad del actor, a la que acompaña una música que se percibe ideal.

A Jean Dujardin le dieron el premio al mejor actor en Cannes 2011. Y, aunque Berénice Bejo también está increíble, este guapísimo actor galo realmente se lo merecía: consigue encarnar al galán de entonces; yo no dejaba de maravillarme al pensar que no estaba ante un actor "de los de antes". Su figura y encanto remitía a ellos de forma directa.


The Artist ES BUEN CINE hecho por gente que ama el cine y que lo entiende.

viernes, 16 de diciembre de 2011

LA VERDAD DE MONCHO


"El bolero es una canción de amor", sentenció Moncho anoche en el concierto que compartí con mi padre, un compañero irreemplazable para la noche de ayer. Mi padre, al que sentí llorar a mi lado mientras el gitano del bolero cantaba. Mi padre, uno de los hombres que amo.

Pero faltaban otros: los que fueron, los que permanecen, los que marchan y los que vendrán... Va aquí, pues, una canción de amor para ellos porque, a veces, las canciones de amor provocan, como pasó ayer con mi padre, que uno llore de felicidad, de recuerdos y del futuro que nos espera.

viernes, 9 de diciembre de 2011

A VUELTAS CON LA PUBLICIDAD



Hay anuncios simples que a uno le parece que podría haberlos pensado uno mismo porque le producen cierta sensación de déjà vù. Lo cierto es que esa sensación normalmente se debe al hecho de que ya hemos visto la idea antes. Este es el caso de los carteles de la escuela de arte italiana Civita, que usa bebés caracterizados de grandes artistas como reclamo. Me gusta el resultado, como dicen en inglés, it's clean, simple and it works, pero la idea no es nueva. Sin ir más lejos, el MOYA (Museum of Young Art) de Viena hizo algo parecido.

Aunque a veces son simplemente ideas que se cruzan y coinciden, otras la similitud es tal que uno considera el plagio. A mí me ocurre con los carteles de H&M de las paradas de autobuses de este otoño: Jerry Hall y su hija, David Byrne y su hijo me remiten irremediablemente a las campañas de Comptoir des Cotonniers. ¿Casualidad? No creo. Comptoir des Cotonniers, como H&M, se dedican a la moda. Además, hace años que la firma francesa utiliza el mismo tipo de anuncio: progenitores y vástagos (en este caso, sólo del sexo femenino, porque la ropa de la marca es para ese género). Funcionan, pues, como Benetton: los anuncios tienen una línea determinada marca de la casa.


Por tanto, que H&M se saque de la manga una campaña igual no le favorece nada a la empresa sueca. Los anuncios de los franceses siguen siendo mejores: presentan a sus protagonistas, mamás e hijas de la calle, con unos "I love" y "I hate" que las personaliza, individualiza y las acerca a la clienta.





domingo, 4 de diciembre de 2011

INVICTUS

"En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Ante las puñaladas del azar,
si bien he sangrado, jamás me he plegado.

Más allá de este lugar de ira y llanto
acecha la oscuridad con su horror.
No obstante, la amenaza de los años me halla
y me hallará sin temor.

Ya no importa cuán recto haya ido el camino
ni cuántos castigos lleve a la espalda.
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma."

("Out of the nigt that covers me. / Black as the pit from pole to pole. / I thank whatever gods may be / For my unconquerable soul. / In the fell clutch of circumstance / I have not winced nor cried aloud. / Under the bludgeonings of chance / My head is bloody but unbowed. / Beyond this place of wrath and tears / Looms but the horror of the shade. / And yet the menace of the years / Finds, and shall find me unafraid. / It matters not how strait the gate / How charged with punishments the scroll. / I am the master of my fate: / I am the captain of my soul." William Ernest Henley)

John Carlin escribió El factor humano, Clint Eastwood rodó su versión cinematográfica y yo he llorado esta tarde de dvd adentrándome en la historia de ese Nelson Mandela que, en 1995 (¡fue liberado tan sólo en el 1990!, ¿no os parece increíble?), entendió que la construcción de su nación, Sudáfrica, pasaba por ganar el Mundial de Rugby.

Según la película, ¡qué hombre más inteligente!: entender la unión de un país, el orgullo nacional, a través del deporte: "One team, one country". Mandela supo ver en ese campeonato su oportunidad y plataforma: 1000 millones de espectadores, 43 millones de sudafricanos pendientes del resultado. Como dice el (¡gran!) Freeman, que caracteriza al presidente sudafricano: "This country is hungry for greatness".

Y así fue gracias a la fortaleza y generosidad de un hombre que pasó 30 años encerrado en una celda minúscula (y que, al salir, supo perdonar a aquellos que le habían encerrado en ella). Como dice Freeman, de nuevo en el papel de Mandela: "Forgiveness liberates the soul. It removes fear. That is why it's such a powerful weapon". "We have to surprise them with compassion, restrain and generosity."

Como reza el himno nacional sudafricano: "Nkosi sikelel' iAfrika" (Dios bendiga África).