Ahora que los indignados se retiran de las plazas para continuar su labor en otros foros y que parece que esta lluvia triste de martes que cae les despida, me alegra saber que, tras leer en primicia ¡Indignaos! (su editor, Ramon Perelló, me regaló un ejemplar pocos días antes de que saliera a la venta), andaba equivocada. Cuando Ramon me preguntó qué me había parecido, respondí que iba a ser una pena que el éxito de ventas que le auguraba al libro no incidiera en una verdadera revuelta en las calles. Recuerdo que le dije: "Seremos unos indignados de sofá, mientras leemos el libro; pero quedará en eso, en nuestra indignación revoloteando sin fuerza por los salones de las casas".
Por suerte, erré.
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