En Planeta hay un jardinero de toda la vida. Podría tener 100 años; a veces fantaseo con que en realidad es un duende (es tan delgado y chiquito...). Alguien lo vio un domingo a primera hora atendiendo a los que volvían a casa después de una gran noche de fiesta en una churrería del Raval. Es el viejo del eterno cigarro en la boca, del rostro surcado y moreno. No sé nada más de él, pero cuando él está trasteando en el jardín y yo paso y él alza la cabeza, me mira y, como cada mañana, dice: "Hola".
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¿Puede pedirse un poema, puestos a pedir? También es un parecido razonable, al cabo y a la fin. la realité, vestida de ficción, o al inrevés. ¿Un algo? Queremos. Dicho. ¡Ea!
ResponderEliminarMe gustan los desafíos, pero convendrás conmigo que escribirle un parecido razonable a un anónimo resulta ¡harto difícil!
ResponderEliminarBueno, no me refería a un poema para mí, ni mucho menos. Los poemas dedicados hay que ganárselos, y me temo que tienes razón, en anónimo rostro hay poco que ver. Era solo eso, un desafío para leer tu voz venciendo al silencio. A fin de cuentas, un poema (esté escrito en el que género que sea) es un parecido razonable con la realidad (con dosis de aquí y allá a gusto de cada cual).
ResponderEliminarEscribiré el poema. Vamos a jugar: ¿tú escribes poemas? Regálame uno (o lo que sea) tú también. ¡Un algo! :)
ResponderEliminarTengo el mío... Conste que no quería (¿o sí?), pero qué le vamos a hacer, siempre me ha gustado hacer regalos... Te podrá gustar más o menos (a mí, según el rato), pero es de corazón...
ResponderEliminarLe bastó una mañana para deshilar
las palabras de los viejos jerséis
y enfrentarse desnudo, de una vez
por todas, al rigor del invierno.
Cómo le arañaba en la espalda
con la furia iracunda de sus besos.
Se plantó. En su mudez dijo: basta.
Y ahora juega
que juega se le ve en los pasillos
ir detrás de un ovillo con sus ojos
de gata. Mientras duerme, lame la oscuridad
con sus manos de hombre, y
por más que lo intenta
no es capaz de encontrar
dónde guardó su nombre.
Lleva todo un abismo salta que salta,
de nube a río, por evitar que el silencio
lo arrastre al frío. A menudo se asoma
a leer en tus labios. Será, suele decir,
que al escuchar tu voz le parece vislumbrar
en fuego de amapolas el crepitar
del diccionario. Aún no sabe leer,
le falta espacio. Pero acude a la orilla,
de tanto en tanto, por vestir su piel
con el amanecer del verbo sobre el océano.
Me ha gustado (¡¡los 4 primeros versos!!:), pero no lo he entendido mucho... Como no entiendo que te escudes en un rostro anónimo. (Será que en la vida, como en poesía, tenemos estilos diferentes.)
ResponderEliminarSupongo k tienes razón, es difícil entender por qué anda uno desnudo sin nombres por la vida solo x jugar a las palabras. Supongo k debe ser eso, andar escudado por la vida. no pensé que te disgustaría, mil disculpas.
ResponderEliminarUno siempre está a tiempo de hacer las cosas bien.
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