lunes, 28 de febrero de 2011

EL PLAN B






Carlos Jean, cuyos arreglos me encantan (ahí están en Papito, por ejemplo), tiene un nuevo proyecto: El plan B.
Para simplificar la explicación y rayando lo simple, sería un OT para los modernos (más creativos y con más buen hacer que los triunfitos, en general).

Y como Carlos Jean irremisiblemente me conduce a la (físicamente interesantísima) Najwa Nimri, os dejo con una de mis canciones preferidas de ella.

sábado, 26 de febrero de 2011

miércoles, 16 de febrero de 2011

FRANÇOISE DORLÉAC


La hermana de Catherine Deneuve no tenía nada que envidiarle en belleza. En el cine, está maravillosa en La piel suave, de Truffaut, pero un accidente de coche acabó con su carrera cinematográfica y su juventud.

lunes, 14 de febrero de 2011

EL PRINCIPIO

EL CHICO EPILÉPTICO

Ray se acercó a los raíles. Se subió a una de las vías e intentó hacer equilibrios apoyado en una sola pierna. Parecía un espantapájaros. Se rió de sí mismo, de lo ridículo que podía parecer ahí de pie, perdiendo el tiempo con sus equilibrios; perdiendo el tiempo, que es lo que le reprochaba siempre su padre.

A él le parecía que esos mismos equilibrios en la vía del tren se asemejaban a su propia vida.

A él le parecía que esos mismos equilibrios los hacía su padre con la vida: siempre mantenerse en pie, no dejarse caer ni de un lado ni del otro; aguantar, aunque fuera frágilmente.

Ann le observaba sentada en el banco de la estación desierta. Al ver al chico reírse, se rió también.

―Y tú, ¿de qué te ríes? ―dijo el chaval.

Ann no respondió, porque no era muy lista, y tampoco sabía muy bien de qué reía.

―¿Sabes? ―prosiguió Ray―, así como estoy, como suspendido en el aire, es como mejor veo todo.

Ray siguió encaramado a los raíles. Así como estaba, suspendido en el aire, es como se sentía la mayoría de las veces: titubeante. Con un padre cuya fragilidad también daba tumbos y una madre ausente, Ray se había acostumbrado a ir por la vida de puntillas y con los brazos extendidos en forma de cruz, para conservar el equilibrio.

Ann se levantó y se subió al asiento del banco. Puso un pie en la parte superior del respaldo, y después el otro pie, y se quedó inmóvil. Su técnica era perfecta. No vacilaba.

Ray saltó del raíl y se dirigió hacia ella. Se subió de un salto al banco e intentó hacer lo que Ann, pero no conseguía mantener el equilibrio. Finalmente, cayó hacia delante y, haciendo aspavientos con los brazos, tiró a Ann, que cayó al suelo junto a él.

Ann estuvo a punto de echarse a llorar del susto, pero Ray, de repente, la abrazó riéndose como un niño y la besó. No era la primera vez que la besaba, y aunque a Ann la besaban también casi todos en el pueblo, porque Ann no era muy lista, aceptaba los besos de Ray con los ojos abiertos y el corazón encogido.

Ray la miró y se acercó tanto a ella que se quedó bizca.

Ray se echó a reír de nuevo.

Ann se echó a reír, y frotó su nariz contra la del muchacho.

Ray frotó su cuerpo contra el de ella y empezó a subirle el vestido. Ann también sabía a qué llevaba eso: tampoco era la primera vez que un hombre le subía las faldas. Pero sí era la primera vez para Ray. Así que, la diferencia, es que cuando Ray acabó (rápido, como todos los demás), se quedó tendido encima de ella, abrazándola, con los pantalones aún por encima de las rodillas y las botas puestas. Ann sintió tanta extrañeza que se echó a reír como la tonta que era y Ray… Ray cerró los ojos y le atusó el pelo.

domingo, 13 de febrero de 2011

¡POR FIN, TEATRO!



La omisión de la familia Coleman es puro teatro argentino: pobre en recursos pero rico en arte. Timbre 4 es el grupo de teatro que da vida a esta obra, una compañía que la ensayó en el salón de la casa de su director y de madrugada, porque todos tenían otros trabajos que los sustentaban económicamente. Ahora están haciendo temporada en el Teatre Borrás y van a taquilla, que quiere decir que ya podéis correr a comprar las entradas para ayudarles un poco; se lo merecen. Se lo merece su buen hacer (¡qué grandes actores son todos!), se lo merecen esos nueve meses de trabajo (gratis) de improvisación y de Fuenteovejuna ("todos a una") para conseguir levantar una obra que, en su país, logró enloquecer a los psicoanalistas presentándoles una familia desestructurada en la que cada uno de sus miembros parece sufrir una patología determinada.
La familia Coleman es una familia disparatada, pero sí es cierto que hay ciertos rasgos en ella que al espectador le resultan... familiares.

Claudio Tolcachir, su director, dice sobre la obra y el teatro: "Somos herederos de una gran generación que creía que el teatro podía cambiar el mundo; yo no lo creo, pero sí pienso que puede conmover, hacernos mejores personas, más felices y más sabios, pero el teatro nunca vencerá al poder, aunque no hay nada que se le parezca".

Hacía tiempo que no iba al teatro y me olvidaba de estar en el teatro, de pensar cuánto tiempo debía llevar sentada en platea. Así que, como dice la canción con la que acaba la obra: "¡Qué suerte!". Por fin, teatro.

lunes, 7 de febrero de 2011

UN BESO DE ESOS


Tres cosas buenas de esta canción:
1. Las maravillosas frases que encuentras en la letra.
2. Los diferentes registros musicales en una misma canción (Stormy Weather incluido).
3. Las dos versiones de videoclip, diferentes y poéticas por igual, de la canción.

Tuve la suerte de toparme con Zenet en el FNAC y tener la intuición de llevármelo a casa... desde entonces, surco en velero los mares de China con él, y me lleva a otros lejanos lugares cercanos también.

martes, 1 de febrero de 2011

PÍLDORAS AZULES



Píldoras azules es, sobre todo, una historia de amor. De las que me gustaría que me tocara vivir.