domingo, 13 de febrero de 2011

¡POR FIN, TEATRO!



La omisión de la familia Coleman es puro teatro argentino: pobre en recursos pero rico en arte. Timbre 4 es el grupo de teatro que da vida a esta obra, una compañía que la ensayó en el salón de la casa de su director y de madrugada, porque todos tenían otros trabajos que los sustentaban económicamente. Ahora están haciendo temporada en el Teatre Borrás y van a taquilla, que quiere decir que ya podéis correr a comprar las entradas para ayudarles un poco; se lo merecen. Se lo merece su buen hacer (¡qué grandes actores son todos!), se lo merecen esos nueve meses de trabajo (gratis) de improvisación y de Fuenteovejuna ("todos a una") para conseguir levantar una obra que, en su país, logró enloquecer a los psicoanalistas presentándoles una familia desestructurada en la que cada uno de sus miembros parece sufrir una patología determinada.
La familia Coleman es una familia disparatada, pero sí es cierto que hay ciertos rasgos en ella que al espectador le resultan... familiares.

Claudio Tolcachir, su director, dice sobre la obra y el teatro: "Somos herederos de una gran generación que creía que el teatro podía cambiar el mundo; yo no lo creo, pero sí pienso que puede conmover, hacernos mejores personas, más felices y más sabios, pero el teatro nunca vencerá al poder, aunque no hay nada que se le parezca".

Hacía tiempo que no iba al teatro y me olvidaba de estar en el teatro, de pensar cuánto tiempo debía llevar sentada en platea. Así que, como dice la canción con la que acaba la obra: "¡Qué suerte!". Por fin, teatro.

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