jueves, 3 de enero de 2019

2019: EL AÑO DEL CAMBIO

Empiezo el año con una revelación: no soy de las que marcan la diferencia. No soy Erin Brockovich. No soy Rosa Parks. No soy Paul Rusesabagina. Ni Ron Woodroof. O Gerry Conlon.

Este 2018 no fui valiente, ni fuerte. Dejé que otros decidieran por mí. Que me categorizaran. Huí. Y, en vez de denunciar: "el problema no es mío; es vuestro, que no aceptáis que una mujer pueda ser ambas cosas: madre y profesional", permití que me arrebataran el trabajo de mis sueños. Podría haberme plantado ante el toro, como la Fearless Girl de Kristen Visbal, y gritarle: "¡No pienso moverme de aquí". Pero no lo hice.

Debía haber dicho muchas cosas, este 2018. Pero estos meses de remordimiento por haber callado tanto me han vuelto firme. Aseverativa. Casi intransigente.

Hoy por hoy, no soy Rosa, no. Ni Erin, Paul o Ron. O Gerry. Pero quizá, en este futuro que empieza, pueda llegar a serlo.



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