lunes, 25 de mayo de 2015

LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA



"Siempre confundes el amor con la admiración". La frase que su ex mujer le suelta a Riggan Thompson en uno de sus ahora civilizados encuentros, resume a la perfección el cortocircuito mental que incapacita al protagonista para escapar de su ansiedad (ansiedad que está perfectamente representada en el omnipresente golpe de batería de la banda sonora). La admiración --siempre mal digerida-- te engorda el ego y te aleja del amor.

Los artistas, en su mayoría, son poco inteligentes. La sensibilidad no viene necesariamente acompañada de clarividencia. El éxito aparta de la realidad y, como el protagonista del film, los "triunfadores", enajenados, sobrevuelan la ciudad incapaces ya de por vida de poner los pies en el suelo. El protagonista de la película, más tonto que loco, como la mayoría de los autores, necesita algo y no sabe qué. En su desequilibrio equivoca el objetivo a perseguir y confunde prestigio y reconocimiento profesional con lo que realmente lo curaría, el amor.


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