El árbol de la vida es una bella película que discurre lenta en pantalla pero rápida para el espectador. Una película que despierta todos tus sentidos: las imágenes que muestra son de una belleza extraordinaria y evocativa, y la música que suena, maravillosa y emotiva.
A menudo, la exhibición de forma conlleva el olvido del contenido, pero en este caso, Malick consigue que los pensamientos de los personajes (en unos actores en estado de gracia) y la historia que discurre paralela a esas imágenes extremadamente hermosas que se nos muestran y a la música perfecta que la acompaña se adentren en el alma del espectador y le muevan a reflexionar y a sentir.
Bravo por Malick.
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