sábado, 24 de diciembre de 2011

LOS HOMBRES PERFECTOS



Llegué a Kerouac a los 16 años de la mano de un cantante de rock de éxito por el que suspiraba. En una de las múltiples entrevistas que le hicieron habló de En el camino. Lo leí; me gustó; escribí una carta a mi cantante. Le conocí.

Pocos años después, en un tiempo en el que ya había descubierto que ese cantante de rock no era perfecto y él ya había desaparecido de mi presente, leí Los subterráneos mientras otro músico, esta vez un batería, se asentaba en mi corazón. Me enamoré de Mardou, uno de los personajes principales, la chica que tiene una relación con el protagonista, vamos, con Jack. Y me dedicaba a escribir relatos con chicas llamadas Mardou esperando, quizá, convertirme en ella.

Mi segundo músico también era un hombre imperfecto. Pero ahí seguía Kerouac con sus novelas y poemas, con esa vida tan intensa. Ahí sigue Kerouac, en la distancia y desconocido, uno de los hombres perfectos que siempre me acompañarán.

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